martes, 30 de mayo de 2017

¿POR QUÉ NOS RESULTA TAN DIFÍCIL VERBALIZAR LO QUE SENTIMOS?


    Verbalizar o exponer nuestros sentimientos pareciera ser sencillo, sin embargo al momento de hacerlo se instala una autocensura que provoca nuestro silencio. Podemos expresar nuestros sentimientos con actitudes, gestos o reacciones, pero no suele ser fácil exponerlos verbalmente. Así, los sentimientos de tristeza, ira, amor u otros quedan guardados, y aunque no nos damos cuenta, éstos ejercen una especial influencia en nuestras cotidianidades.

 Habitualmente, no expresar lo que se siente crea frustración y si nos vamos guardando lo que sentimos en el momento de sentirlo, al final puede desembocar en estrés o en la búsqueda desafortunada de disfraces para ellos. Por ejemplo: la tristeza en rabia.
Es importante comprender cuáles son los motivos del porqué nos cuesta tanto exponer nuestros sentimientos, pues el reconocer estos factores nos ayuda a disminuirlos, generando finalmente, una expresión asertiva y liberadora.

Por esta razón, exponemos seis posibles motivos más habituales por los que nos cuesta decir lo que sentimos:

1. PERFECCIONISMO
Muchas personas piensan que los sentimientos negativos no deberían sentirse, cuando en realidad, todo ser humano ha sentido alguna vez miedo, rabia, ansiedad, tristeza, entre otros. Unos lo reconocen y sacan hacia afuera lo que sienten y otros lo ocultan, porque piensan que es de débiles sentirse mal.
El perfeccionismo en este sentido, es un pensamiento irracional, porque no hay ser humano perfecto que no se sienta mal alguna vez. La mayor valentía es reconocerlo. Ocultarlo y guardarse lo que se siente, a largo plazo podría dañar la salud. Si no es posible expresarse dentro de un entorno de confianza, por lo menos sería bueno escribir y sacar hacia afuera toda la negatividad sentida.

2. MIEDO AL RECHAZO

A menudo, el miedo al rechazo está detrás de la incapacidad de mostrar sentimientos, sobre todo los relacionados con el amor; solemos creer que si nos declaramos y no somos correspondidos será humillante, cuando en realidad, que no nos correspondan no es algo tan malo, no tiene nada que ver con la valía personal.
También a menudo se dejan de expresar desacuerdos por miedo al rechazo, cuando en realidad, es mucho mejor que alguien nos rechace por mostrar nuestras opiniones verdaderas, que callarse por contentar, porque no veríamos si esa persona nos acepta tal cual somos.

3. TEMOR A ENTRAR EN CONFLICTO
El temor a entrar en conflicto, consiste en no expresar las opiniones personales para no hacer daño o para que no se enfaden con nosotros. Este temor a enfadar, lo suelen tener las personas que no se ven capaces de enfrentarse a una discusión acalorada, se teme no estar a la altura cuando el otro pierda el control de las emociones.

Con este temor, se tiende a huir de los problemas en vez de enfrentarlos con nuestras opiniones, lo que podría resentir nuestra autoestima en un alto grado, ya que callarse por no enfadar o no hacer daño, indica que damos más prioridad a los demás que a nosotros mismos.

4. EL PODER DE LA ADIVINACIÓN
Consiste en mantenerse en silencio. No se dice lo que se piensa porque creemos que los demás están obligados a saber lo que nos pasa. Sin expresar lo que sentimos, deseamos que otros lo adivinen y nos ayuden sin pedirlo.
Suele pasar la mayoría de veces en entornos familiares o de íntima amistad, creemos que por el hecho de que nos quieren, deben saber en todo momento lo que nos pasa y nos deben ayudar justamente en el momento que lo necesitamos.
Es un pensamiento muy erróneo, porque por mucho que nos conozcan, es difícil adivinar lo que cada cual necesita y siente en cada momento.

5. DAR TODO POR PERDIDO
Consiste en tener un pensamiento tan negativo, que creemos que por mucho que expresemos nuestros sentimientos no habrá solución. Entonces la persona no saca hacia afuera lo que siente, porque no cree que nada se pueda solucionar.
Esta falta de esperanza, puede acarrear grandes malestares y tristezas, porque sin una visión positiva y esperanzadora, se cae en el estancamiento. La persona se deja llevar por la corriente sin poner nada de su parte, porque piensa que nada se puede hacer por mucho que se queje o diga lo que siente.

6. BAJA AUTOESTIMA
Una baja autoestima, provoca la incapacidad de expresar sentimientos, porque se piensa que uno no tiene el derecho de pedir nada. También se tiende a pensar que la opinión propia no interesa a los demás, así que se opta por guardarse las cosas.

Si uno mismo no se siente valioso, no creerá que vale la pena expresarse ante el mundo. Debemos recordar que cada ser humano de este planeta puede hacer algo valioso y puede ser importante para alguien. Siempre se puede ser brillante en alguna faceta, así que date el valor que te mereces, ya que tenemos los mismos derechos que cualquier otra persona.

martes, 23 de mayo de 2017

EGODISTONÍA: La falta de sintonía con el yo

En psicología nos referimos a la egodistonía como el  malestar que sentimos respecto a nuestro  comportamiento, personalidad o pensamientos. Se trata de un conflicto con nuestro propio yo y los ideales de la propias imagen.


 Aparecen sentimientos de Incomodidad y malestar respecto a la forma cómo enfrentamos a una determinada situación. Y a la vez, presentamos otros problemas secundarios como ansiedad, conflictos y rupturas con familiares y amigos.

Sin embargo, este sentimiento de malestar manifiesta una necesidad de cambio, que nos lleva a la búsqueda de bienestar. Cuando una persona es egodistónica necesita olvidar esa sensación de incomodidad y por ello sale en búsqueda de bienestar y modificaciones inmediatas.
Es decir, es el propio sentimiento de malestar, el que nos mueve a buscar la sintonía con nuestro propio yo, como una forma defensiva de volver a reconciliarnos, y establecer una coherencia entre lo que pensamos y sentimos, y sobretodo, lo que queremos ser. 

Una forma de superar este problema con el “yo” o el propio ego es acudir con un especialista para iniciar una psicoterapia, es decir, un proceso para guiar a la persona en el cambio y resolver la incomodidad.


Y tú, ¿sientes algún malestar con tu comportamiento, personalidad o pensamientos?



                                                                          Psicología Integral- Chile

LOS 4 PRINCIPIOS DE UNA RELACIÓN SANA

Imagina que tu relación es un motor. Y sólo porque tienes uno, no significa que vaya a ninguna parte. Así que para que este motor se mueva, los pistones necesitan estar bombeando. Hay cuatro pilares en una relación: la confianza, la comunicación, la química y la conexión.

CONFIANZA
La confianza no es un hecho. Tiene que ser ganado constantemente. Hacemos esto construyendo un contenedor seguro para la otra persona. Requiere honestidad con la pareja, pero también contigo mismo. La gente piensa en la confianza en términos de compromiso y fidelidad. Pero la confianza significa mucho más. Un ejemplo de la confianza rota es cuando un individuo no tiene la capacidad de decir “no”. Si es demasiado amable y siempre trata de complacer a su pareja, no confía en él o ella porque no es un líder ni ofrece un espacio seguro para crecer.

Así pues, para que el pistón de la confianza esté bombeando continuamente, tienes que constantemente construir confianza. Habrá momentos en que la confianza se rompe y estará avanzando con tres pistones. Pero esa confianza necesita ser reconstruida si deseas sacar el máximo provecho de este motor: la relación.

COMUNICACIÓN
Tanto verbal como no verbal. El conducto de comunicación debe estar siempre fluyendo. Esto significa que no puede ser obstruido. Obstruido significa sostener sentimientos dentro de los cuales se convierten en ira y resentimiento. Sin comunicación, los estás dejando en la oscuridad, y creando una excusa para ir a la deriva. Muchos no se comunican porque tienen miedo o porque no saben cómo hacerlo. Debes enfrentarte, explorar y trabajar en tus miedos. Comunica lo que estás experimentando con tu pareja. La comunicación no significa agresión verbal hacia tu pareja. Una comunicación sana significa expresarse, pero también es ser consciente de cómo esa expresión va a afectar a la otra persona. La comunicación sana significa intentar entender antes de ser entendido. Constantemente asegúrate de que este conducto de comunicación está fluyendo.

QUÍMICA
Como la confianza, la química no es una constante. Fluctúa. Esto significa que tienes que trabajar en ello. Muchas personas entran en una relación y de repente se dejan ir. Su apariencia, sus modales, toman un asiento trasero porque ya no son solteros. Esto es egoísta y afectará la química. Muchas personas no trabajan en sus asuntos en el dormitorio. Ellos creen que si no viene naturalmente, es justo de la manera que es. Trabajar en la química puede no tener nada que ver con la otra persona. Puede significar trabajar en ti para que te sientas más cómodo en tu propia piel, lo que ayudará a la química. Ya sea trabajando en tu propia imagen o apoyando o alentando el viaje de tu pareja con la suya, la química requiere un trabajo constante. A medida que las personas cambian, la química cambia. Si no ponemos esfuerzo en la adaptación, explorando, reactivando, el pistón muere. Creo que no trabajar en la química es una forma de infidelidad.

CONEXIÓN
La clave para una relación sana es estar siempre conectado. La conexión, tan cursi como suena, significa tener siempre a esa persona en tu corazón. Hay también un pedazo espiritual en esto. El comportamiento que sale de eso es tarjetas, globos, poemas, oraciones, flores, contacto visual, notas lindas, mensajes de textos y, por supuesto, contacto físico.

Ahora aquí está la cosa. Aunque se está usando los pistones como una metáfora, éstos se superponen y uno efectúa al otro. Pero si se centran en ellos de forma independiente, como los pistones, se asegurará de que todas las bases están cubiertas. Esto significa que tu relación tendrá un impulso. Si ambas personas están haciendo esto, y trabajando duro en él, su motor tendrá un turbo. Las relaciones sanas no suceden solamente. Toman trabajo. 


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lunes, 22 de mayo de 2017

EL AMOR A LOS 40

La mente y el alma tienen sus propios ciclos y estaciones que recorren diferentes estados de actividad y de soledad, de buscar y encontrar, de descansar, de pertenecer e, incluso, de desaparecer. Cuando una mujer madura, las relaciones con ella son diferentes. Incluso la relación que tiene consigo misma va un paso más allá.

Digamos que alrededor de los 40 es cuando una mujer siente una necesidad que no puede dejar de atender: la de regresar a sí misma. Este es el punto emocional en el que aprendemos a saludar a nuestros recuerdos en el momento oportuno, a bailar y a calmarnos con ellos.

Es el momento en el que se ama el alma más allá de nuestras equivocaciones y de lo terrenal. A partir de estas edades, amando a nuestros semejantes se descubre un corazón sereno con sangre ardiente que nos ayuda a comprender qué clase de criaturas somos, con nuestras fortalezas y nuestras debilidades. Porque todos las tenemos a ambas y eso no es malo, sino todo lo contrario.

La vuelta a la casa del alma significa hacernos conscientes de todo lo que ha acontecido en nuestra vida anterior y resolver aquellos conflictos creados en los ciclos previos a la madurez.

No es fácil madurar en el amor, pero una vez que lo logras nace un gran amor por ti misma que se basa en la dignidad y en el respeto. Estos valores, a partir de cierta edad y ciertas vivencias, suelen articular el resto de cariños de los que nutrimos a nuestro corazón.

Una mujer madura va más allá en su capacidad de amor cuando comprende que la verdadera transcendencia del sentir ajeno se resume en cómo se contempla a sí misma y a sus cambios.

Con el tiempo, el mundo femenino irradia una pureza que se ve amenazada por una sociedad corrupta que hace que las mujeres corran a buscar un refugio en sí mismas, no para huir cuando algo se pone difícil, sino para afrontarlo.

Entonces encuentran que su verdadera casa no está en ningún lugar alejado del mundo, sino dentro de ellas. De alguna forma, el amor maduro es consecuencia de un proceso de individualización que puede llegar a resultar muy doloroso.

Puede que este nos llegue antes o después, pero para todas está precedido de unos años de distracción y descarrilamiento de nuestra identidad emocional. O sea, ese no “saber dónde estás y cuál es tu lugar en el mundo” que todos conocemos.

Sea por ingenuidad, por no prestar atención o por ignorancia, el proceso de madurez nos ha hace sufrir el robo de una piel que nos envolvía, la cual creíamos nuestra y a la que nos aferrábamos con fuerza.

Es decir, que este robo se alza en cada caso como la oportunidad de recuperar unos tesoros tan únicos y propios como son los dos pilares de la liberación emocional: la determinación y el amor propio.



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jueves, 18 de mayo de 2017

SEROTONINA: “LA HORMONA DEL BIENESTAR Y EL PLACER”

La serotonina es una sustancia química que producen nuestras neuronas para comunicarse entre sí. Es un neurotransmisor que se encuentra en varias regiones de nuestro sistema nervioso central. Considerada por algunos investigadores como la hormona de la felicidad, es una sustancia sedante y antidepresiva, que tiene una relación directa con el estado de ánimo.

Entre sus múltiples funciones, interviene en nuestro organismo regulando y equilibrando nuestro apetito, mediante la sensación de saciedad. También es la encargada de regular los ciclos del sueño, un nivel excesivo de este neurotransmisor puede dar lugar al insomnio.

Ejerce un papel importante sobre nuestra sexualidad, ya que cuando se encuentra en niveles moderadamente elevados el deseo sexual aumenta. Por el contrario, cuando se encuentra en niveles bajos puede ser la responsable de la disminución del apetito sexual.

La serotonina además interviene en el enfado, en la agresión, en la regulación del humor, en la temperatura corporal y en la sensación del dolor.

¿QUÉ HACE LA SEROTONINA EN NUESTRO CUERPO?

En niveles adecuados, la serotonina produce una sensación de placer y bienestar en nuestro cuerpo. Por el contrario, cuando se encuentra en niveles bajos, debido a una mala alimentación o a periodos prolongados de estrés, se asocia con trastornos de ansiedad.

Una de las funciones más importantes en las que interviene es en la regulación de la temperatura corporal. Una diferencia de unos pocos grados de temperatura corporal puede suponer la muerte masiva de grandes grupos de tejidos celulares.

También tiene una función importante en la salud de nuestros huesos. Las personas que toman antidepresivos (inhibidores de la recaptación de la serotonina) pueden ver afectada su densidad ósea. En la infancia, regula la secreción de hormonas, como la del crecimiento. Cambios en el nivel de esta sustancia han sido asociados con desequilibrios mentales como la esquizofrenia o el autismo infantil.

“El cuerpo debe estar en perfectas condiciones. Si se deteriora el cuerpo, se deteriora el ajedrez. No se puede separar el cuerpo y la mente”

-Bobby Fischer-

LA HORMONA DEL BIENESTAR Y EL PLACER

La investigación sobre el bienestar subjetivo ha revelado una valiosa información sobre las fuentes de la felicidad individual. Un hallazgo importante lo encontramos en cómo las personas muestran una mayor o menor tendencia a la felicidad. Así, si hiciéramos una tarta con todos los factores que influyen en la felicidad y la dividiéramos en 100 porciones, 50 corresponderían a la genética.

Concretamente, el gen transportador de la serotonina, el gen 5-HTTLPR es el responsable de la sensación de felicidad. Jan-Emmanuel De Neve, autor del estudio que puso de relieve la importancia de este gen, advierte también que no es solo un gen lo que determina que una persona se sienta satisfecha o no con su vida, si no que aumentan a partir de la predisposición de una persona a la felicidad.

¿EN BUSCA DE LA FELICIDAD? AUMENTA TUS NIVELES DE SEROTONINA

Aumentar de forma natural nuestros niveles de serotonina es una de las mejores cosas que podemos hacer por nuestra felicidad. Practicar ejercicios de relajación de forma habitual nos ayuda a eliminar el estrés, dormir bien y sentirnos descansados. Los ejercicios de relajación consisten en relajar las partes del cuerpo a través la tensión y distensión de los músculos.

Realizar actividades que nos resultan placenteras y nos hagan sentir bien influye en el aumento de serotonina, mejorando nuestro estado de ánimo. Tomar el sol y mantener un ciclo de sueño regular nos ayuda a mantener un equilibrio correcto de nuestros niveles de serotonina, repercutiendo de forma directa en nuestra sensación de felicidad.

Si quieres una vida cargada de serotonina, tendréis que alejaros de ingestas excesivas de alcohol, de los azúcares y harinas refinadas, de las bebidas energéticas o con cafeína y de los medicamentos.

Además, hay que puntualizar que los factores genéticos inciden sobre los niveles y la producción de serotonina, explicando por qué algunas personas son más propensas que otras a desarrollar ciertos trastornos.



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martes, 16 de mayo de 2017

EL ALTO COSTE PSICOLÓGICO DE DAR DEMASIADO POR UNA RELACIÓN DE PAREJA

Cuando nos piden que describamos lo que se siente al experimentar el amor, la mayoría decimos, no sin razón, que es algo que va mucho más allá de las palabras.

El enamoramiento llega acompañado de un torrente hormonal, y en cierto modo, nuestro cerebro reacciona como si consumiésemos una droga cada vez que esa persona señalada está cerca.

Pero en los fundamentos de las relaciones de pareja no solo hay una cascada de hormonas: hay, además, expectativas. Se trata de un componente de la vida afectiva que sí puede ser expresado en palabras, ya que son ideas simples, acerca de cómo es o cómo debe ser un noviazgo.

Sin embargo, a pesar de estar en el reino de las palabras, muchas veces ignoramos nuestras propias expectativas, y eso es justamente lo que puede hacer que se transformen en una trampa mental. Y es que las expectativas nos pueden transformar en esclavos de nuestra propia relación de pareja, hasta el punto en el que la persona que da sin recibir siempre seamos nosotros.

LAS RELACIONES ASIMÉTRICAS Y SUS EFECTOS
Antes de entender el papel que juegan las expectativas en todo esto, podemos detenernos a ver qué es lo que hace que esforzarse demasiado por una relación de pareja cause tanto malestar.

Si algo caracteriza las relaciones asimétricas, es decir, aquellas en las que siempre es la misma persona la que se esfuerza y se sacrifica, es una mezcla de fatiga, estrés e impotencia. La fatiga se debe a que, material y psicológicamente, hacer que la relación "funcione" siempre depende solo de nosotros. No hay nadie a nuestro lado en una experiencia que, paradójicamente, tiene su razón de ser en el hecho de compartir algo ilusionante.

Esto no significa solo que haremos esfuerzos para afrontar situaciones difíciles, sino que además nos tocará a nosotros decidir en todo momento qué decisión tomar, elegir la opción menos mala para que ese noviazgo de un paso más hacia adelante sin haber resuelto el problema de fondo y sabiendo que volverá a aparecer tarde o temprano. Es esto último lo que genera estrés: la ansiedad anticipatoria de saber que tan solo hemos conseguido un alivio momentáneo.

La impotencia va de la mano de la desesperanza, y en ellas se da una paradoja: las expectativas que causan estas sensaciones son, a la vez, la lente a través de las que examinamos nuestro problema amoroso para ver si podemos encontrar una salida.

POR QUÉ LAS EXPECTATIVAS PUEDEN CREAR UN ATOLLADERO EMOCIONAL
Para entender cuál es el impacto psicológico de darlo todo por una relación de pareja, hay que entender que las expectativas acerca de un noviazgo siempre estarán ahí. Tener creencias acerca de cómo será o cómo deberá ser un compromiso de este tipo nos permite hacer que este gane un significado, que apunte en una dirección. Eso significa que las relaciones asimétricas en las que alguien se sacrifica constantemente por la otra persona no aparecen simplemente por la existencia de esas expectativas.

¿Cómo nace el problema? Las personas que apuestan demasiado por una relación lo hacen en parte por tener un sistema de valores en el que el puro sacrificio es visto como algo bueno, dignificante. Desde esta perspectiva, las situaciones de aprovechamiento constante y de abuso de poder por parte de nuestra pareja no solo no nos advierten de que estamos en una relación tóxica, sino que dan más motivos para seguir sacrificándose por ella, a seguir poniendo a prueba esa capacidad de sacrificio sin ceder por las adversidades.

En estas relaciones-trampa el problema está en que el largo historial de sacrificios personales hechos para que la relación funcione es una razón para seguir haciéndolo de forma indefinida. Se trata de un bucle, un fenómeno en el que las causas de este constante apostar por la relación son, a la vez, el efecto de seguir haciéndolo a costa de nuestra salud.

¿POR QUÉ NOS SACRIFICAMOS DE ESTA MANERA POR LA RELACIÓN?
Ya hemos visto que las relaciones asimétricas en las que una persona lo da todo y la otra apenas se esfuerza se deben en buena parte al efecto que tienen ciertas expectativas sobre nosotros: en concreto, la expectativa de seguir hacia adelante a pesar de las adversidades que puedan surgir, sean cuales sean y sin pensar demasiado en su anticipación.

Pero... ¿qué mecanismos psicológicos explican que nos podamos comportar de un modo tan absurdo en uno de los ámbitos de nuestras vidas más importantes? Fundamentalmente es uno que se llama "disonancia cognitiva".

LA DISONANCIA COGNITIVA Y LOS SACRIFICIOS QUE NUNCA ACABAN
La disonancia cognitiva es una sensación de malestar que aparece cuando tenemos en mente dos ideas o creencias que se contradicen entre sí y a los que damos importancia. Para hacer que esa sensación desagradable (y que puede transformarse en una obsesión que ocupe nuestra atención de manera constante), una de las ideas debe "ganar" a la otra.

Sin embargo, esta batalla de creencias casi nunca llega a su fin a través del uso de la razón. De hecho, normalmente hacemos chapuzas" para hacer que la disonancia cognitiva se vaya.

Por ejemplo, en el caso de las relaciones asimétricas, estas ideas suelen ser las siguientes:

Las relaciones de pareja verdaderas no terminan, y hay que sacrificarse por ellas.

ESE MALESTAR QUE ME PRODUCE LA RELACIÓN ES EVITABLE.
En esta lucha de creencias, podría decirse que la segunda opción es más atractiva, ya que ofrece una salida y está vinculada a una sensación de bienestar. Y, sin embargo, mucha gente opta por la primera. ¿Por qué? Porque es la que hace que nuestras creencias y nuestra visión de las cosas se tambaleen menos.

En caso de asumir que una relación en la que a otra persona no pone de su parte no es una relación que nos convenga, tendríamos que afrontar otras muchas disonancias cognitivas, porque nuestra autoimagen habría quedado muy tocada: se demostraría que ese sacrificio por algo que ha formado parte de la propia identidad no ha tenido sentido y habría que construir una nueva visión de las cosas que permita sentirnos bien con nosotros mismos y con nuestras decisiones.

Es por eso que es importante detectar las situaciones en las que nuestras expectativas actúan como una cárcel para nuestra vida afectiva.

A pesar de que las relaciones son cosa de más de una persona, la disonancia cognitiva hace que seamos nosotros mismos quienes nos boicoteemos, transformando el malestar producido por expectativas poco saludables en un motivo por el que seguir apostando por esa fuente de malestar.



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lunes, 15 de mayo de 2017

EMPATÍA: ¿QUÉ CARACTERIZA A LAS PERSONAS QUE LA POSEEN?

La empatía es un arte, una capacidad excepcional programada genéticamente en nuestro cerebro con la que sintonizar con los sentimientos e intenciones de los demás. Sin embargo, y aquí llega el problema, no todos logran “encender” esta linterna que ilumina el proceso de construcción de las relaciones más sólidas y enriquecedoras.

Algo que escuchamos con frecuencia es aquello de que “tal persona no tiene empatía”, “que aquella otra es una egoísta y que carece por completo de ella”. Bien, algo que es importante aclarar desde un principio es que nuestro cerebro dispone de una arquitectura muy afinada mediante la que favorecer esa “conexión”. La empatía, al fin y al cabo, es una estrategia más con la que mediar en la supervivencia de nuestra especie: nos permite entender a la persona que tenemos delante y nos facilita la posibilidad de establecer una relación profunda con ella.

Esa estructura cerebral donde la neurociencia ha situado nuestra empatía está en el  giro supramarginal derecho, un punto situado justo entre el lóbulo parietal, el temporal y el frontal. Gracias a la actividad de estas neuronas logramos separar nuestro mundo emocional y nuestras cogniciones para ser más receptivos en un momento dado, hacia las de los demás.

Ahora bien, aclarado este dato, la siguiente pregunta sería, entonces… ¿si todos disponemos de esta estructura cerebral, por qué hay personas más o menos empáticas e incluso quienes presentan una ausencia total y absoluta de ella? Sabemos, por ejemplo, que el trastorno antisocial de la personalidad tiene como principal característica esa falta de conexión emocional con los demás. Sin embargo, dejando a un lado el aspecto clínico o psicopatológico son muchas las personas que simplemente, no llegan a desarrollar esta habilidad.

Las experiencias tempranas, los modelos educativos o incluso el contexto social, hace que esta maravillosa facultad se debilite a favor de un egocentrismo social muy marcado. Tanto es así, que tal y como nos revela un estudio llevado a cabo en la Universidad de Michigan, los universitarios de hoy en día son hasta un 40% menos empáticos que los estudiantes de los años 80 y 90.

La vida actual tiene ya tantos estímulos y tantos distractores para muchos jóvenes y no tan jóvenes, que dejamos de ser plenamente conscientes del momento presente e incluso de la persona que tenemos ante nosotros. Los hay que están más sintonizados a sus dispositivos electrónicos que a los sentimientos de los demás, y eso, es un problema sobre el cual deberíamos reflexionar.

Para profundizar un poco más en el tema, te proponemos a continuación conocer qué rasgos definen a las personas que sí disponen de una autoestima auténtica, útil y esencial con la que establecer relaciones saludables y un adecuado desarrollo social.

LA EMPATÍA ÚTIL VS LA EMPATÍA PROYECTADA

Una aspecto básico que conviene aclarar desde un principio es qué entendemos por empatía útil, porque aunque nos sorprenda, no basta  simplemente “con tener empatía” para construir relaciones sólidas o para mostrar eficacia emocional en nuestras interacciones cotidianas.

Para entenderlo te pondremos un sencillo ejemplo. María acaba de llegar a casa cansada, agotada de mente y molesta. Acaba de tener una discusión con sus padres. Cuando Roberto, su pareja, la ve, lee de inmediato en su expresión y en su tono de voz que algo no va bien, interpreta su malestar emocional y en lugar de generar una respuesta o una conducta adecuada, opta por aplicar la empatía proyectada, es decir, amplifica aún más esa negatividad con frases como “ya vienes otra vez enfadada, es que te coges las cosas a la tremenda, siempre te pasa lo mismo, mira qué cara llevas…”.

No hay duda de que muchas personas son hábiles a la hora de empatizar emocional y cognitivamente con los demás (sienten y entienden qué ocurre), sin embargo en lugar de mediar en la canalización y en la adecuada gestión de ese malestar, lo intensifican.

La persona hábil en empatía, por tanto, es aquella capaz de ponerse en los zapatos ajenos sabiendo en todo momento cómo acompañar en ese proceso sin dañar y sin actuar como un espejo donde se amplifique el dolor. Porque a veces no es suficiente con comprender, hay que saber ACTUAR.

LA AUNTÉNTICA EMPATÍA DEJA A UN LADO LOS PREJUICIOS

Nuestros juicios diluyen nuestra capacidad de acercamiento real hacia los demás. Nos sitúan en un bando, en un lado del cristal, en una perspectiva muy reducida: la nuestra. Cabe decir, además, que no resulta precisamente fácil escuchar a alguien sin emitir juicios internos, sin poner una etiqueta, sin valorar a esa persona como hábil, torpe, fuerte, despistada, madura o inmadura.

Todos lo hacemos en mayor o menor grado, sin embargo, si fuéramos capaces de despojarnos de ese traje, veríamos a las personas de una forma más auténtica, empatizaríamos mucho mejor y captaríamos con más precisión la emoción del otro.

Es algo que deberíamos practicar a diario. Una habilidad que según varios estudios suele llegar a medida que nos hacemos mayores, puesto que la empatía, así como la capacidad de escuchar sin juzgar, es más común a media que acumulamos experiencias.

LAS PERSONAS CON EMPATÍA DISPONEN DE UNA BUENA CONCIENCIA EMOCIONAL

La empatía forma parte indispensable de la Inteligencia Emocional. Sabemos que este enfoque, esta ciencia o área tan exitosa de la psicología y el crecimiento personal está de moda, pero… ¿Hemos aprendido de verdad a ser buenos gestores de nuestro mundo emocional?

La verdad es que no mucho. En la actualidad, seguimos viendo muchas personas que manejan a la ligera y con supuesta eficacia términos como la autorregulación, la resilencia, la proactividad, la asertividad. Sin embargo, carecen de un auténtico inventario emocional y siguen dejándose llevar por la ira, la rabia o la frustración como lo haría un niño de 4 años.
Otros en cambio, piensan que ser “empático” es sinónimo de sufrimiento, como un contagio emocional donde sentir lo que otro siente para experimentar el mismo dolor ajeno como una suerte de mimetismo del malestar.

No es lo adecuado. Debemos entender que la empatía sana, útil y constructiva parte de esa persona que es capaz de gestionar sus propias emociones, que dispone de una autoestima fuerte, que sabe poner límites y que a su vez, es hábil a la hora de acompañar emocional y cognitivamente a los demás.

LA EMPATÍA Y EL COMPROMISO SOCIAL

La neurociencia y la psicología moderna definen la empatía como el pegamento social que mantiene unidas a las personas y que a su vez, genera un compromiso real y fuerte entre nosotros.

Por curioso que parezca, en el reino animal el concepto de empatía está muy presente por una razón muy concreta que hemos señalado al inicio: la supervivencia de la especie. Algo así genera que muchos animales y diversas especies muestren comportamientos de cooperación donde atrás queda la clásica idea de la “supervivencia del más fuerte”. Un ejemplo de ello lo podemos ver en ciertas ballenas, capaces de atacar a las orcas para defender a las focas.

Sin embargo, entre nosotros predomina en muchos casos el efecto inverso, a saber, la necesidad de imponernos los unos sobre otros, de buscarnos enemigos, de alzar fronteras, de crear muros, de invisibilizar personas o incluso de atacar al más débil solo por ser débil o ser diferente


Por su parte, las personas que se caracterizan por una auténtica empatía creen en el compromiso social. Porque la supervivencia no es un negocio ni debe entender de políticas, de intereses o de egoísmos. Sobrevivir no es solo permitir que nuestro corazón bombee, es disponer de dignidad, de respeto, es sentirnos valorados, libres y parte de un todo donde todos somos valiosos.

Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com/empatia-caracteristicas-personas/

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