El estancamiento emocional no es
un estado que llega así como así. Somos nosotros quienes nos encargamos de
abrirle la puerta y, sin ningún obstáculo, le damos autorización para que se
quede. Existen circunstancias, momentos y experiencias que ayudan a
alimentarlo. Y ninguno estamos a salvo de padecerlo.
El problema es que, a menudo, nos
negamos a admitirlo y permanecemos en dicho estancamiento sin medir las
consecuencias. La gente se aleja de nosotros, las oportunidades se nos escapan
igual que la arena entre los dedos, la alegría se evapora y nos volvemos seres
sombríos. Se nos pierde del horizonte, se nos va la esencia de la vida.
La motivación desaparece. Lo que
antes nos gustaba ahora se nos antoja ridículo y sin sentido. Preferimos estar
solos. Cerramos nuestro corazón y decidimos aislarnos para no molestar ni ser
molestados. Y sin proponérnoslo acabamos enterrados en vida. A continuación
veremos algunas etapas del estancamiento emocional y cómo evitar caer en él.
1.- LA RUTINA, ALIADO NÚMERO UNO DEL ESTANCAMIENTO EMOCIONAL

Si vivimos en pareja, las cosas
no son tan diferentes. Llega un momento en el que el otro, así esté con
nosotros hace años, se convierte en un extraño. Ya ni siquiera advertimos, o no
nos importa, si hay algún cambio en su personalidad. No compartimos a fondo la vida, con todo el
sentido que ello implica. Es, ni más ni menos, una costumbre más.
La rutina es capaz de acabar con
las ganas de vivir. No se trata tampoco de echar por la borda todo lo
construido. Pero hay que darle oportunidad a las sorpresas, descubrir ese mundo
nuevo que es posible encontrar en la cuadra de todos los días. Variar el camino
para ir al trabajo (o a cualquier actividad) es un buen comienzo.
Lo demás vendrá por añadidura. Si
empiezas a sorprenderte otra vez con las pequeñas cosas, te darás cuenta de que
no necesitas excusas para sonreír de nuevo. El solo hecho de estar dispuesto al
cambio y acabar con la espantosa rutina, traerá nuevas oportunidades y te ayudará
a crecer.
2.- ATRAPADOS EN LA ZONA DE CONFORT
Una de las cosas más nocivas es
no querer salir de la zona de confort,
ese aparente estado ideal que
suple nuestras necesidades. Sin embargo, no es más que un engaño, una ilusión
que nos impide avanzar. Por ejemplo, no nos sentimos identificados con el
trabajo que hacemos, pero permanecemos en él por temor a quedar desempleados.
Hay posibilidades de comenzar de
nuevo, de una oportunidad en otra ciudad o país. A pesar de la perspectiva, la
desechamos y preferimos mantenernos en el lugar de siempre. Significa, en otras
palabras, no arriesgar aunque ello implique mantenernos en el estancamiento
emocional, y todo por preservar una seguridad en forma de espejismo.
Más allá de tener metas claras,
es indispensable reconocer que el crecimiento personal implica moverse de un
lado al otro. Estar, además, dispuesto al cambio y entender que las
experiencias nuevas enriquecen. Poco a poco encontraremos ese equilibrio que
nos permitirá asumir los retos sin importar lo complejos que estos sean.
De esta manera podremos
sobrellevar las angustias que traen tiempos difíciles. Al no depender de
nuestra zona de confort, tenemos la capacidad de levantarnos de las caídas. De
paso, abandonamos esa quietud que, así no la sintamos, nos anula y empequeñece.
3.- APATÍA, DESMOTIVACIÓN, TRISTEZA

Nuestras emociones se hallan en
el nivel más bajo de sensibilidad. Nada ni nadie nos mueven y vemos pasar la
vida como si se tratara de ese tren al que no llegamos a tiempo, que se fue y
nos dejó en la estación. Y si en ese momento llegan las oportunidades, no
tenemos la capacidad para aprovecharlas. Entonces, de nuevo el tren se va; ya
nada podemos hacer.
Si sientes que estás pasando por
este proceso, no dudes en asistir a un especialista, pues es una de las llaves que
no lleva a la depresión.
Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com/nada-cambia-vida-las-etapas-del-estancamiento-emocional/
PSICOLOGÍA INTEGRAL - ÑUÑOA
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