En
la tradición griega, Sócrates —el filósofo errante— prevenía a sus discípulos
de buscar el consejo de sofistas, filósofos pagados para instruir a la nobleza,
puesto que en su visión, el conocimiento solamente podía venir de una ardua
experiencia de autoconocimiento (el famoso gnoti se autón, o “conócete a ti
mismo”, inscrito en el oráculo de Delfos).
En la época del Buda Gautama,
muchos maestros y hombres santos también vagaban de pueblo en pueblo ofreciendo
sus enseñanzas y principios a quienes quisieran escucharlas. ¿Cómo diferenciar
al maestro auténtico del charlatán? Según la tradición, Sidharta Gautama
ofreció esta respuesta en uno de sus muchos viajes:
No creas en algo simplemente
porque lo has oído. No creas en algo simplemente porque es dicho y muchos lo
rumoran. No creas en algo simplemente porque se encuentra escrito en los libros
religiosos. No creas en algo meramente por la autoridad de tus maestros y
ancianos. No creas en tradiciones porque han pasado de mano en mano durante
muchas generaciones. Sólo después de observar y analizar, cuando encuentres
algo que es acorde a la razón y conducente al bien y benéfico para uno y para
todos, entonces acéptalo y vive según eso.

Esto no quiere decir que
nuestro momento histórico sea de algún modo peor que el de Sócrates en Atenas o
Buda en la India, a pesar de que hayan pasado más de 2,000 años desde entonces:
quiere decir simplemente que no podemos escatimar la reflexión crítica y el arte
de pensar por nosotros mismos.
Una
persona puede vivir en la ignorancia rodeada de riquezas si no cultiva su
propio pensamiento. Es solamente desde la razón y la reflexión que una
experiencia verdaderamente autónoma puede construirse. No se trata de negarnos
a conocer nuevos lugares y tradiciones diferentes a la de nuestro lugar de
nacimiento, sino que lo que sea que llegue hasta nosotros debe pasar por el
tamiz de la reflexión y el pensamiento crítico; de lo contrario seremos
vulnerables a los embates del consumo y la política del shock, que ven a las
personas como un rebaño dócil que puede ser llevado de un lado a otro para
cumplir con intereses que sólo benefician a los poderosos.
Pero el verdadero poder —es
decir, la verdadera libertad— no se conquista a través de la guerra o el
consumo sino a través de la construcción de un pensamiento sólido y autónomo,
capaz de albergar la diferencia y ver a través de los motivos egoístas de los
demás. En concordancia con las enseñanzas del Buda, este pensamiento debe ser
generoso y abierto para beneficio de todos los seres, a la vez que una guía en
sí misma que nos permita tener un código de conducta impecable.
Nadie dijo que la libertad se
conquistara fácilmente, pero tampoco tiene por qué ser un tormento. Se trata
simplemente de vernos a nosotros mismos como seres en construcción, que admiten
ciertas ideas y desechan otras según el principio de conservación de la
energía: ¿qué es lo que alimenta el espíritu y qué lo devora, qué permite su
crecimiento y expansión y qué lo hace empequeñecerse y sentirse insuficiente?
La respuesta a estas preguntas es sólo un punto de partida para aquello que
Sócrates llamaba la vida cuestionada: “Una vida que no se cuestiona no merece
ser vivida.”
FUENTE: http://culturainquieta.com/es/inspiring/item/11653-buda-socrates-y-la-importancia-de-pensar-por-nosotros-mismos.html
PSICOLOGÍA INTEGRAL - ÑUÑOA
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