viernes, 23 de junio de 2017

El difícil estado de “Hic et nunc”

“La habilidad de estar en el momento presente
es un componente principal de la
salud mental”. (Abraham Maslow)

Aquí y ahora” (hic et nunc), nos podría parecer a veces una frase cliché, una frase hecha, manoseada y repetida. Lo pensamos como un bonito tatuaje en el antebrazo o un slogan publicitario. Sin embargo, “aquí y ahora” es considerablemente mucho más que una frase; es un manifiesto de presencia en el presente, un llamado a vivir con ambos pies en la instancia actual, porque es sólo eso: una instancia.

Esta frase nos propone Ser conscientes, Estar conscientes y Andar conscientes en el referente espacio tiempo. Lo que pareciera ser todo un reto. Porque más allá de una representación o incluso, una doctrina filosófica, la propuesta del estar en el Aquí y en el Ahora, en tono imperativo, es un ejercicio vital, puesto que sin duda es vital encontrarnos con nosotros mismos y todo lo “tanto” que esto significa; un diálogo íntimo con nuestro cuerpo, sensaciones, sentimientos, pensamientos y emociones para darnos cuenta recién en ese momento de que  estamos presencialmente vivos; de que nos estamos llevando con nosotros, nos estamos viviendo.
Como una fórmula, conectarnos en el aquí y ahora da cuenta de lo que estamos haciendo y cómo lo estamos haciendo, tan simple - tan complejo, como pensar en mi rodilla y recién descubrir que me duele, como oler el aroma de quien pasa por nuestro lado y descubrir que nos encanta… o como oír una canción que lleva varios segundos sonando y personalizarla a nuestra biografía.


“Hic et nunc” es un difícil estado, y como sabemos, todo lo que nos resulta complejo, vale la pena. 

martes, 30 de mayo de 2017

¿POR QUÉ NOS RESULTA TAN DIFÍCIL VERBALIZAR LO QUE SENTIMOS?


    Verbalizar o exponer nuestros sentimientos pareciera ser sencillo, sin embargo al momento de hacerlo se instala una autocensura que provoca nuestro silencio. Podemos expresar nuestros sentimientos con actitudes, gestos o reacciones, pero no suele ser fácil exponerlos verbalmente. Así, los sentimientos de tristeza, ira, amor u otros quedan guardados, y aunque no nos damos cuenta, éstos ejercen una especial influencia en nuestras cotidianidades.

 Habitualmente, no expresar lo que se siente crea frustración y si nos vamos guardando lo que sentimos en el momento de sentirlo, al final puede desembocar en estrés o en la búsqueda desafortunada de disfraces para ellos. Por ejemplo: la tristeza en rabia.
Es importante comprender cuáles son los motivos del porqué nos cuesta tanto exponer nuestros sentimientos, pues el reconocer estos factores nos ayuda a disminuirlos, generando finalmente, una expresión asertiva y liberadora.

Por esta razón, exponemos seis posibles motivos más habituales por los que nos cuesta decir lo que sentimos:

1. PERFECCIONISMO
Muchas personas piensan que los sentimientos negativos no deberían sentirse, cuando en realidad, todo ser humano ha sentido alguna vez miedo, rabia, ansiedad, tristeza, entre otros. Unos lo reconocen y sacan hacia afuera lo que sienten y otros lo ocultan, porque piensan que es de débiles sentirse mal.
El perfeccionismo en este sentido, es un pensamiento irracional, porque no hay ser humano perfecto que no se sienta mal alguna vez. La mayor valentía es reconocerlo. Ocultarlo y guardarse lo que se siente, a largo plazo podría dañar la salud. Si no es posible expresarse dentro de un entorno de confianza, por lo menos sería bueno escribir y sacar hacia afuera toda la negatividad sentida.

2. MIEDO AL RECHAZO

A menudo, el miedo al rechazo está detrás de la incapacidad de mostrar sentimientos, sobre todo los relacionados con el amor; solemos creer que si nos declaramos y no somos correspondidos será humillante, cuando en realidad, que no nos correspondan no es algo tan malo, no tiene nada que ver con la valía personal.
También a menudo se dejan de expresar desacuerdos por miedo al rechazo, cuando en realidad, es mucho mejor que alguien nos rechace por mostrar nuestras opiniones verdaderas, que callarse por contentar, porque no veríamos si esa persona nos acepta tal cual somos.

3. TEMOR A ENTRAR EN CONFLICTO
El temor a entrar en conflicto, consiste en no expresar las opiniones personales para no hacer daño o para que no se enfaden con nosotros. Este temor a enfadar, lo suelen tener las personas que no se ven capaces de enfrentarse a una discusión acalorada, se teme no estar a la altura cuando el otro pierda el control de las emociones.

Con este temor, se tiende a huir de los problemas en vez de enfrentarlos con nuestras opiniones, lo que podría resentir nuestra autoestima en un alto grado, ya que callarse por no enfadar o no hacer daño, indica que damos más prioridad a los demás que a nosotros mismos.

4. EL PODER DE LA ADIVINACIÓN
Consiste en mantenerse en silencio. No se dice lo que se piensa porque creemos que los demás están obligados a saber lo que nos pasa. Sin expresar lo que sentimos, deseamos que otros lo adivinen y nos ayuden sin pedirlo.
Suele pasar la mayoría de veces en entornos familiares o de íntima amistad, creemos que por el hecho de que nos quieren, deben saber en todo momento lo que nos pasa y nos deben ayudar justamente en el momento que lo necesitamos.
Es un pensamiento muy erróneo, porque por mucho que nos conozcan, es difícil adivinar lo que cada cual necesita y siente en cada momento.

5. DAR TODO POR PERDIDO
Consiste en tener un pensamiento tan negativo, que creemos que por mucho que expresemos nuestros sentimientos no habrá solución. Entonces la persona no saca hacia afuera lo que siente, porque no cree que nada se pueda solucionar.
Esta falta de esperanza, puede acarrear grandes malestares y tristezas, porque sin una visión positiva y esperanzadora, se cae en el estancamiento. La persona se deja llevar por la corriente sin poner nada de su parte, porque piensa que nada se puede hacer por mucho que se queje o diga lo que siente.

6. BAJA AUTOESTIMA
Una baja autoestima, provoca la incapacidad de expresar sentimientos, porque se piensa que uno no tiene el derecho de pedir nada. También se tiende a pensar que la opinión propia no interesa a los demás, así que se opta por guardarse las cosas.

Si uno mismo no se siente valioso, no creerá que vale la pena expresarse ante el mundo. Debemos recordar que cada ser humano de este planeta puede hacer algo valioso y puede ser importante para alguien. Siempre se puede ser brillante en alguna faceta, así que date el valor que te mereces, ya que tenemos los mismos derechos que cualquier otra persona.

martes, 23 de mayo de 2017

EGODISTONÍA: La falta de sintonía con el yo

En psicología nos referimos a la egodistonía como el  malestar que sentimos respecto a nuestro  comportamiento, personalidad o pensamientos. Se trata de un conflicto con nuestro propio yo y los ideales de la propias imagen.


 Aparecen sentimientos de Incomodidad y malestar respecto a la forma cómo enfrentamos a una determinada situación. Y a la vez, presentamos otros problemas secundarios como ansiedad, conflictos y rupturas con familiares y amigos.

Sin embargo, este sentimiento de malestar manifiesta una necesidad de cambio, que nos lleva a la búsqueda de bienestar. Cuando una persona es egodistónica necesita olvidar esa sensación de incomodidad y por ello sale en búsqueda de bienestar y modificaciones inmediatas.
Es decir, es el propio sentimiento de malestar, el que nos mueve a buscar la sintonía con nuestro propio yo, como una forma defensiva de volver a reconciliarnos, y establecer una coherencia entre lo que pensamos y sentimos, y sobretodo, lo que queremos ser. 

Una forma de superar este problema con el “yo” o el propio ego es acudir con un especialista para iniciar una psicoterapia, es decir, un proceso para guiar a la persona en el cambio y resolver la incomodidad.


Y tú, ¿sientes algún malestar con tu comportamiento, personalidad o pensamientos?



                                                                          Psicología Integral- Chile

LOS 4 PRINCIPIOS DE UNA RELACIÓN SANA

Imagina que tu relación es un motor. Y sólo porque tienes uno, no significa que vaya a ninguna parte. Así que para que este motor se mueva, los pistones necesitan estar bombeando. Hay cuatro pilares en una relación: la confianza, la comunicación, la química y la conexión.

CONFIANZA
La confianza no es un hecho. Tiene que ser ganado constantemente. Hacemos esto construyendo un contenedor seguro para la otra persona. Requiere honestidad con la pareja, pero también contigo mismo. La gente piensa en la confianza en términos de compromiso y fidelidad. Pero la confianza significa mucho más. Un ejemplo de la confianza rota es cuando un individuo no tiene la capacidad de decir “no”. Si es demasiado amable y siempre trata de complacer a su pareja, no confía en él o ella porque no es un líder ni ofrece un espacio seguro para crecer.

Así pues, para que el pistón de la confianza esté bombeando continuamente, tienes que constantemente construir confianza. Habrá momentos en que la confianza se rompe y estará avanzando con tres pistones. Pero esa confianza necesita ser reconstruida si deseas sacar el máximo provecho de este motor: la relación.

COMUNICACIÓN
Tanto verbal como no verbal. El conducto de comunicación debe estar siempre fluyendo. Esto significa que no puede ser obstruido. Obstruido significa sostener sentimientos dentro de los cuales se convierten en ira y resentimiento. Sin comunicación, los estás dejando en la oscuridad, y creando una excusa para ir a la deriva. Muchos no se comunican porque tienen miedo o porque no saben cómo hacerlo. Debes enfrentarte, explorar y trabajar en tus miedos. Comunica lo que estás experimentando con tu pareja. La comunicación no significa agresión verbal hacia tu pareja. Una comunicación sana significa expresarse, pero también es ser consciente de cómo esa expresión va a afectar a la otra persona. La comunicación sana significa intentar entender antes de ser entendido. Constantemente asegúrate de que este conducto de comunicación está fluyendo.

QUÍMICA
Como la confianza, la química no es una constante. Fluctúa. Esto significa que tienes que trabajar en ello. Muchas personas entran en una relación y de repente se dejan ir. Su apariencia, sus modales, toman un asiento trasero porque ya no son solteros. Esto es egoísta y afectará la química. Muchas personas no trabajan en sus asuntos en el dormitorio. Ellos creen que si no viene naturalmente, es justo de la manera que es. Trabajar en la química puede no tener nada que ver con la otra persona. Puede significar trabajar en ti para que te sientas más cómodo en tu propia piel, lo que ayudará a la química. Ya sea trabajando en tu propia imagen o apoyando o alentando el viaje de tu pareja con la suya, la química requiere un trabajo constante. A medida que las personas cambian, la química cambia. Si no ponemos esfuerzo en la adaptación, explorando, reactivando, el pistón muere. Creo que no trabajar en la química es una forma de infidelidad.

CONEXIÓN
La clave para una relación sana es estar siempre conectado. La conexión, tan cursi como suena, significa tener siempre a esa persona en tu corazón. Hay también un pedazo espiritual en esto. El comportamiento que sale de eso es tarjetas, globos, poemas, oraciones, flores, contacto visual, notas lindas, mensajes de textos y, por supuesto, contacto físico.

Ahora aquí está la cosa. Aunque se está usando los pistones como una metáfora, éstos se superponen y uno efectúa al otro. Pero si se centran en ellos de forma independiente, como los pistones, se asegurará de que todas las bases están cubiertas. Esto significa que tu relación tendrá un impulso. Si ambas personas están haciendo esto, y trabajando duro en él, su motor tendrá un turbo. Las relaciones sanas no suceden solamente. Toman trabajo. 


PSICOLOGÍA INTEGRAL SANTIAGO - CHILE


lunes, 22 de mayo de 2017

EL AMOR A LOS 40

La mente y el alma tienen sus propios ciclos y estaciones que recorren diferentes estados de actividad y de soledad, de buscar y encontrar, de descansar, de pertenecer e, incluso, de desaparecer. Cuando una mujer madura, las relaciones con ella son diferentes. Incluso la relación que tiene consigo misma va un paso más allá.

Digamos que alrededor de los 40 es cuando una mujer siente una necesidad que no puede dejar de atender: la de regresar a sí misma. Este es el punto emocional en el que aprendemos a saludar a nuestros recuerdos en el momento oportuno, a bailar y a calmarnos con ellos.

Es el momento en el que se ama el alma más allá de nuestras equivocaciones y de lo terrenal. A partir de estas edades, amando a nuestros semejantes se descubre un corazón sereno con sangre ardiente que nos ayuda a comprender qué clase de criaturas somos, con nuestras fortalezas y nuestras debilidades. Porque todos las tenemos a ambas y eso no es malo, sino todo lo contrario.

La vuelta a la casa del alma significa hacernos conscientes de todo lo que ha acontecido en nuestra vida anterior y resolver aquellos conflictos creados en los ciclos previos a la madurez.

No es fácil madurar en el amor, pero una vez que lo logras nace un gran amor por ti misma que se basa en la dignidad y en el respeto. Estos valores, a partir de cierta edad y ciertas vivencias, suelen articular el resto de cariños de los que nutrimos a nuestro corazón.

Una mujer madura va más allá en su capacidad de amor cuando comprende que la verdadera transcendencia del sentir ajeno se resume en cómo se contempla a sí misma y a sus cambios.

Con el tiempo, el mundo femenino irradia una pureza que se ve amenazada por una sociedad corrupta que hace que las mujeres corran a buscar un refugio en sí mismas, no para huir cuando algo se pone difícil, sino para afrontarlo.

Entonces encuentran que su verdadera casa no está en ningún lugar alejado del mundo, sino dentro de ellas. De alguna forma, el amor maduro es consecuencia de un proceso de individualización que puede llegar a resultar muy doloroso.

Puede que este nos llegue antes o después, pero para todas está precedido de unos años de distracción y descarrilamiento de nuestra identidad emocional. O sea, ese no “saber dónde estás y cuál es tu lugar en el mundo” que todos conocemos.

Sea por ingenuidad, por no prestar atención o por ignorancia, el proceso de madurez nos ha hace sufrir el robo de una piel que nos envolvía, la cual creíamos nuestra y a la que nos aferrábamos con fuerza.

Es decir, que este robo se alza en cada caso como la oportunidad de recuperar unos tesoros tan únicos y propios como son los dos pilares de la liberación emocional: la determinación y el amor propio.



PSICOLOGÍA INTEGRAL -CHILE