Uno de los mayores problemas del ser humano
desde fines del siglo XX es encontrarse carente de significado. Es un momento en que la tecnología se ha desarrollado
enormemente, como nunca en la historia
del hombre y que lo empequeñece; pero al mismo tiempo es una época de angustia
o de aburrimiento.
Leticia Ascencio de García , indica que
algunos autores han hablado de esta época como “la era de oro y de la angustia”. Se vive una fuerte "crisis de
identidad o pérdida del sentido de
significación". Cuando el individuo pierde su significación, aparece una
sensación de apatía como expresión de su estado
de aminoramiento de la conciencia. Obviamente existe un fuerte peligro
de que el individuo se desplace en dirección al hombre que espera que las
drogas lo hagan sentirse más cómodo y
que las máquinas no sólo satisfagan todas sus necesidades, sino que bajo la
forma de mecanismos psicoanalíticos lo hagan feliz y capaz de amar.
El empleo autodestructivo de la tecnología consiste en utilizarla para llenar el vacío de nuestra propia conciencia disminuida. Por otro lado, el desafío que enfrenta el hombre moderno-o postmoderno, como quieras llamarle-, es la posibilidad de ampliar y profundizar su propia consciencia para llenar el vacío creado por el fantástico crecimiento de su poder tecnológico.
Existe una nueva neurosis propia de la segunda mitad del siglo XX, a la que Frankl llama "noogénica". Esta puede formularse de diferentes maneras. Algunas de ellas son: ¿Cuál es el significado de mi vida? ¿Qué sentido tiene mi vida? ¿Por qué vivimos? ¿Por qué nos ponen en este mundo? ¿Para qué vivimos? ¿De acuerdo con qué principios tenemos que vivir? Si tenemos que morir y nada es perdurable, ¿qué sentido tiene vivir ?

Es en este contexto el origen de la Logoterapia; en la pérdida de sentido, en la trágica posición del enajenado o alienado, el otro. Para Unamuno, “Del sentido trágico de la vida”.
Según la Logoterapia, la primera fuerza motivante del hombre es la lucha por encontrarle un sentido a su propia vida. Por eso habla Frankl de voluntad de sentido, en contraste con el principio de placer (o, como también podríamos denominarlo, la voluntad de placer) en que se centra el psicoanálisis freudiano, y en contraste con la voluntad de poder que enfatiza la psicología individual de Adler. El hombre que se halla en crisis ha de tener un enfrentamiento al sentido de su vida actual para buscar una reorientación del mismo a través de la búsqueda de un sentido potencial junto a la conciencia de la voluntad del mismo. Esto sirve para ayudarnos a encontrar el sentido de la vida; según este enfoque, nos hace consciente de lo que anhelamos en lo más profundo de nuestro ser y de nuestras responsabilidades, que consisten en decidir por qué. La Logoterapia se atreve a penetrar en la dimensión espiritual en el sentido de aspirar por una existencia más significativa. Mira más hacia el futuro que el psicoanálisis porque busca cometidos y sentidos que se pueden realizar.
La Logoterapia es un enfoque que nació durante la primera mitad del siglo XX, desarrollada por Viktor Emil Frankl (1905-1997), médico neuropsiquiatra, psicoterapeuta y doctor en filosofía, discípulo de Sigmund Freud, Alfred Adler y Martin Heideggerd. La primera referencia histórica sobre el “logos”, nos remite a la Grecia clásica, en donde varios filósofos centraron sus reflexiones en este concepto. El logos se refiere, en términos simples, a la palabra, al sentido y fundamento de lo manifiesto. A pesar de que este concepto estuvo presente en las especulaciones de varios pensadores, no fue sino hasta el siglo XX, en que el neuropsiquiatra vienés Viktor Frankl, lo acuñó en la escuela terapéutica “Logoterapia”, conocida como “la tercera escuela vienesa de psicoterapia”. Una psicoterapia que se adelanta al paradigma que delineaban las propuestas psicoterapéuticas de su contexto, al postular que la motivación primaria del ser humano es su voluntad de sentido, por lo tanto, su atención clínica es necesaria para la recuperación de la persona, pues se aborda de manera integral al ser humano.
Según el Dr.Etcheverry hay dos grandes enfoques de los trastornos mentales: la psiquiatría biológica y las psicologías dinámicas. En cuánto a las psicologías dinámicas, el padre de todas ellas es Freud. Un enfoque dinámico postula la existencia de fuerzas en el seno de la personalidad que interacciona entre sí (conflicto) y que existen a distintos niveles de consciencia (sea inconsciente, preconsciente o consciente). Las dos grandes corrientes de las psicologías dinámicas son la freudiana y la existencial, con todas las variedades que se agrupan entre ambas.
Considerando esto, podemos decir que el psicoanálisis
freudiano nació en su época para responder y hacer frente a una edad histórica
de represión sexual. Más adelante, en los comienzos del siglo XX, la tecnología
reemplazó al hombre por las máquinas, lo que dio lugar a la edad de la
ansiedad, con el surgimiento de las llamadas terapias de modificación de la
conducta. Finalmente, en la última parte de este siglo, aparecieron los
enfoques humanístico-existenciales de psicoterapia, debido a la
despersonalización y deshumanización que sufría el ser humano en este período
de la historia en que tanto se habló y se habla de la edad de la alienación o
el aburrimiento pro el ocio. Es así como el mismo Frankl, en una conferencia
dice que “esta es una época de neurosis espiritual”
PSICOLOGÍA INTEGRAL SANTIAGO - CHILE
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